Cierta noche de domingo a las 7 de la noche entró una llamada de un vecino que amablemente nos avisó que unas vacas que están en nuestra finca habían debilitado el cerco y se habían escapado.
Así que salí con dos hermanos y encontramos a una de ellas deambulando por el camino de la zona rural. Con bastante dificultad la regresamos y también con dificultad pudimos ir dormir pensando en la otra. Así que decidimos orar para que no sucedieran males mayores. Al día siguiente alrededor de las 8 de la mañana escuchamos bramidos y salí con el hermano Eladio a buscarla y vimos que venía de regreso, la tomamos rapidamente por el lazo y la vaca comenzó a correr. Nos estaba arrastrando con mucha fuerza y casi no podíamos sostenerla. Eladio le comenzó a gritar y estuvimos forcejeando bastante rato con ella hasta que finalmente se cansó. La aseguramos, aparentemente.

De repente comenzó a correr y la cuerda se tensionó con tanta rapidez que pasó por detras de mis rodillas hasta que me estuvo rodeando totalmente. La vaca no se detuvo a ver si lastimaba a alguien asi que me levantó como a 1 metro del suelo y caí aparatosamente al camino pedregoso. No me podía levantar y el dolor era muy fuerte. Eladio me trató de ayudar y ni aun asi pude levantarme

Estando en el suelo la vaca regresó hacia mí y me asusté bastante como para levantarme ignorando el dolor. Carl vino para ayudarme y me llevaron al hospital, donde estuve 6 horas en observación.

En esa situación mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de hablarle acerca de la palabra de Dios a una paciente que estaba a nuestro lado, y de compartirle la esperanza de la salvación. Fue allí donde recordé que sen medio del dolor Dios nos da oportunidades para llegar a lugares y personas en condiciones mas difíciles que las nuestras.

Hasta ahora mi recuperación ha sido muy satisfactoria y le doy gracias a Dios por utilizarme como su instrumento.

Por Arnulfo Patiño.